18 noviembre, 2012

LA MAYOR MULTA A LA INMORALIDAD DE UNA EMPRESA: BP

La corporación British Petroleum (BP) aceptó esta semana su culpabilidad por el vertido de petróleo ocurrido en el Golfo de México en 2010. Por consiguiente pagará 4.500 millones de dólares en concepto de indemnización al gobierno de EE.UU. De esa cantidad, 1.256 millones corresponden a una multa penal, la más alta en la historia de la justicia estadounidense. “Hasta la fecha, BP ha pagado 14.000 millones de dólares en labores de limpieza y reconstrucción, y ha establecido un fondo de 20.000 millones para indemnizar a los afectados” informa El País en su edición del 16.11.2012. En total BP habría gastado 38.500 millones de dólares por el descomunal fallo; cantidad que supera el PIB de países como Bolivia o Jordania. 

Imaginemos por un instante que no existiesen las leyes de protección ambiental; imaginemos que no existiesen los reglamentos de seguridad y calidad. Supongamos que no hubiese siquiera códigos éticos internos de la empresa... ¿No le habría salido mucho, muchísimo, más barato a BP ser socialmente responsable? Aunque solo sea por una lógica amoral; por un tema estrictamente monetario... la respuesta es obvia. 

Cuando trabajaba como jefe de Calidad en una empresa industrial, la mayor dificultad era convencer al gerente general de la importancia de la calidad en todas las áreas de la organización, y no solo en la designada con ese nombre. Como no era una tarea simple; ya que él solo tenía ojos –y recursos- para el área de ventas, hice una valoración económica de lo que significaba la ausencia de calidad. Fue lo que le convenció. El no podía permitirse esos errores y gastos, que en muchos casos eran considerables y se asumían como “naturales”. Entendió que todo el dinero “visible” de una venta podía dilapidarse en errores “invisibles”; algunos de los cuales ya estaban asumidos contablemente como costes desde hacía años. Comprobó la importancia de “hacer las cosas bien”, más allá de las cuestiones legales o éticas. 

Los directores de las grandes corporaciones en su afán por “exprimir” un negocio al máximo, olvidan a veces los más elementales principios del Management. Parece increíble que gerentes con cargos tan estratégicos obvien las nociones más básicas de la gestión. Tienen que pasar accidentes graves para destapar la caja de Pandora y comprobar que lo esencial, lo que se asume que se “se viene haciendo bien toda la vida”, no es cierto en muchos casos, y que el “accidente” no fue en realidad tal, sino la suma de un cúmulo de errores. Tienen que suceder hechos de graves consecuencias para revisar con detenimiento la marcha de la empresa; inmersas muchas veces en un frenetismo descontrolado por producir y vender.  

Finalmente, la referencia en este artículo a los altos cargos no es tangencial. Ya hace tiempo el economista y matemático Pareto demostró que el 20% de las decisiones en la cúpula de cualquier organización determinan el 80% de todos los procesos (aproximadamente, claro está). También está demostrado por incontables ejemplos, que son los altos cargos quienes fijan el estilo, el potencial y la praxis de la organización. El éxito de empresas como Apple, Sony o Grameen Bank, por mencionar solo tres ejemplos, no se entenderían sin: Steve Jobs, Akio Morita o Muhammad Yunus.

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