“Es un palíndromo”,
me explica el ecologista y empresario Alberto Benavides sobre el título de su último
libro, que es el mismo de este artículo. “Se lee igual de izquierda a derecha
que de derecha a izquierda”. Y esa cualidad sui generis describe muy bien la
actual ruta de las energías renovables: se mire por donde se mire solo presenta
ventajas, y nada más que ventajas… para la
ciudadanía, claro está. Los únicos opositores; los buscadores de tres pies al
gato son algunos representantes de corporaciones eléctricas, petroleras y
nucleares.
Por eso es
importante recalcar los logros del sector de las renovables; porque a pesar de
sus sólidos argumentos técnicos, económicos, sociales y medioambientales: todavía
no termina de asentarse. ¿Porque las
trabas en España? ¿Por qué el desdén en Latinoamérica? Tendrían que
responder los políticos, cuyos despachos están más accesibles a ciertas transnacionales
que a las demandas ciudadanas.
Portugal, ese
acogedor país que últimamente es noticia por su endeble economía, ha dado la
semana pasada una muestra de orgullo en su quehacer energético: ha abastecido a
toda su población –unos 10 millones de habitantes- únicamente con energía
proveniente del viento, el agua y el sol durante cuatro días seguidos, según informa
la Asociación del Sistema Terrestre
Sostenible (ZERO). Aunque solo fueron 107 horas, es otro
hito que hay que celebrar. Portugal, en lo que va del año lleva produciendo el
74,7% de la producción eléctrica con energías renovables, principalmente hídrica
(44,1%) y eólica (25,6%), según la Asociación de Energías Renovables (APREN).
El pasado
domingo el Solar Impulse II -primer avión que vuela solo con energía solar- completó la
mitad de su vuelta alrededor del mundo en Dayton, Ohio; la ciudad cuna de los
hermanos Wright, marcando otro hito de las energías sostenibles. Los
responsables del proyecto Solar Impulse escriben en su web al respecto: “un
siglo más tarde, otros dos pioneros siguen los pasos (de los Wright),
rechazando todos los dogmas sobre volar un avión alrededor del mundo sin una
gota de combustible”.
Cuando
demandamos una política seria en el sector de las energías renovables no
estamos solicitando un cambio en 24 horas. Obviamente tiene que haber una
sustitución progresiva y gradual; con un plan integral y consensuado. Pero
tiene que empezarse ya. Algunas corporaciones, como es lógico, querrán exprimir
hasta el último centavo de las viejas plantas eléctricas basadas en el crudo, carbón,
o centrales nucleares… pero al otro lado de la balanza está la salud, la
economía y la calidad de vida de las mayorías.
Las energías
renovables han probado con éxito su idoneidad; su versatilidad y sobre todo su
contribución a la calidad de vida de los ciudadanos. Es importante que los
países que aun miran para otro lado se encaminen en la ruta de la
sostenibilidad. Que los que ya iniciaron el cambio no retrocedan sus avances. Que
los ciudadanos, cuyos gobiernos y empresas lleven un tiempo operando con las
renovables, perciban los beneficios de esas tecnologías en hechos concretos, como
por ejemplo la reducción de sus facturas mensuales. Resumiendo: no hay que
buscarle tres pies al gato de las renovables: hay que ponerle un cascabel. Si
los gobiernos no lo hacen ¿quiénes lo harán; quiénes lo haremos?
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