05 agosto, 2014

Del oro al sol: el reto peruano

En el Perú se ha instalado un pensamiento dictador: el crecimiento económico. No se le puede cuestionar, y nada ni nadie debe oponérsele. Como si acumular riqueza arreglara automáticamente los grandes problemas nacionales. Incrementar las arcas del estado siempre es un objetivo deseable. Pero lo más importante es saber que hacer con esos recursos. Con todo, el discurso triunfalista campea no solo en los despachos del gobierno, sino en un amplio sector del periodismo y la ciudadanía; que confiada en el tiempo de las vacas gordas ha incrementado sus compras, y de paso sus deudas. 

Existe una base real que avala este optimismo generalizado. Los indicadores macroeconómicos del último quinquenio marchan bien, y se han dado ciertos incrementos salariales de los sectores público y privado. Pero los puntos oscuros aparecen cuando analizamos dos aspectos claves: ¿a que se destinan, y de donde vienen esos recursos? Porque los grandes asuntos pendientes, y que más afectan a las mayorías, siguen siendo los más básicos: educación, salud, seguridad. 

Al convertir el crecimiento económico en un tótem intocable, la más leve ventisca sirve para encender todas las alarmas. El pasado mes de julio y a raíz de una leve desaceleración de la economía, el tótem dictador ha derribado a cuatro ministros del gobierno; ha rebajado varias normas de protección medioambiental y laboral, y ha generado otras disposiciones con el objetivo de no frenar el ritmo galopante de las grandes corporaciones, especialmente mineras.

En el tradicional discurso a la nación del 28 de julio, el presidente Humala anunció medidas destinadas a enmendar falencias del modelo económico-social, destacando un aumento del 0,5% en el presupuesto anual del sector educación, y algunos programas novedosos en el sector salud. Pero, la mayoría de las nuevas disposiciones siguen estimulando el crecimiento basado en un modelo exportador de materias primas; un esquema que necesita un viraje urgente para enfrentar los nuevos desafíos del mercado global. 

El cambio de modelo es recomendado también  por  expertos internacionales como Paul Krugman. “Un exportador de materias primas como el Perú está más expuesto que otros países, como Estados Unidos o México, para afrontar problemas en China” advirtió hace unos meses.(1) También organismos multilaterales como la CEPAL han opinado respecto al Perú y Latinoamérica. “No se tomaron medidas para fomentar la diversificación de la estructura productiva y un cambio estructural hacia actividades de mayor productividad” opinó Alicia Barcena, Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe. (2)

El Perú necesita comenzar ya un modelo de crecimiento sostenible y fortalecer sus sectores productivos con valor agregado, que lo haga menos vulnerable a los vaivenes de los precios de los minerales, o las necesidades de cuatro compradores. No hay que olvidar que el PIB de la última década ha crecido a un impresionante promedio de 6,5% anual, en buena parte gracias a las ventas de productos mineros que en 2013 fueron el 56.8% de las exportaciones peruanas, y del petróleo y sus derivados (12.3%), según datos del BCRP y Proinversión.

Los antiguos gobernantes incas lo tenían claro; el motor económico de su sociedad era el sol, y el oro tan solo reflejaba la energía del astro. Los actuales líderes del gobierno se sitúan en el pensamiento opuesto; confían en el oro como motor de la economía y al sol le han asignado un papel secundario; desperdiciando el enorme potencial de la economía “verde”, que abarca desde el sector energético hasta el turístico. Curiosamente la unidad monetaria peruana es el sol... solo haría falta seguir este símbolo. Recuérdese: “no se puede tapar el sol con un dedo”, aunque esté cubierto de oro.


(1) Publicado en el diario El Comercio. 19.03.2014.
(2) Entrevista en el diario La República. 04.05.2014.

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