26 febrero, 2012

EL ORO O EL AGUA

La mañana del 16 de noviembre de 1532, Atahualpa -el ultimo soberano del imperio incaico- fue capturado por un puñado de guerreros castellanos liderados por Francisco Pizarro. El Inca ofreció llenar de oro y plata el cuarto donde lo retenían a cambio de su libertad; Pizarro aceptó. Cuando obtuvo los metales preciosos mató a Atahualpa... el resto es historia conocida. Estos hechos sucedieron en Cajamarca, en la misma región donde otra vez el oro ha desatado un serio conflicto, debido a ingentes yacimientos hallados en subsuelo de la sierra peruana. El área abarca 4 lagunas, 3 ríos, 3000 hectáreas y 210 poblaciones que dependen prioritariamente de la agricultura y el agua.

Conga, como se llama el mega proyecto de explotación minera, divide en los últimos meses a los peruanos. Los inversionistas han conseguido el respaldo del propio presidente Humala, quien cuando era candidato decía literalmente a sus votantes: “Ustedes no comen oro, no toman oro... ¿qué es más importante el oro o el agua?”. Humala declaró recientemente dando un giro radical: “El proyecto Conga es importante para el Perú porque le va a permitir realizar la gran transformación”. Y, aunque dice que hará esfuerzos por conjugar el agua y el oro, sus últimas declaraciones parecen ser un aval incondicional al proyecto, sin esperar siquiera el resultado del peritaje internacional en curso.

En la primera semana de febrero, miles de pobladores de Cajamarca caminaron hasta Lima y recorrieron unos 900 kilómetros para expresar en la capital peruana su visceral rechazo al proyecto. Marco Arana, sacerdote y dirigente ambientalista afirmó al llegar a la capital: “Nos acusan de extremistas, de egoistas, hasta de terroristas, y lo único que queremos es que no se condene a Cajamarca a ser una región minera, cuando tiene una vocación turística, forestal, ganadera... no podemos seguir defendiendo laguna por laguna, río por río, es preciso encontrar caminos de paz, reconciliados con la tierra. Eso no será posible si se destruye la naturaleza que dio origen a la cultura andina”. Seis congresistas del partido gobernante (Partido Nacionalista Peruano) participaron en la denominada marcha del agua, mostrando abiertamente su discrepancia con la cúpula de su partido y apoyando a los grupos que se oponen al proyecto Conga. 

La semana pasada asistí a un foro sobre Conga, realizado en el propio Congreso de la República del Perú. Ninguno de los panelistas estaba a favor; ninguno de los asistentes; todo lo contrario, existía unanimidad en el rechazo. En general, casi no hay sondeos de opinión, salvo uno publicado por el Diario El Comercio y de donde de deduce que solo un 10% de los peruanos expresa su apoyo al proyecto tal como está planteado; frente a un 87% que expresaba rechazo total o aceptación condicionada a cambios. El Presidente Humala y los inversionistas presentan Conga como un asunto netamente técnico. «Si los peritos dicen que está bien, no habría problema». En oposición, ciudadanos de Cajamarca, algunos congresistas, Ex viceministros de Gestión Ambiental y varios expertos revelan más aristas, connotaciones y objeciones al proyecto.

Yanacocha, el consorcio que explotaría Conga agrupa a 3 empresas accionistas: Newmont Mining Corporation (51.35% del accionariado, con sede en Denver), Cía. de Minas Buenaventura (43.65% con sede en Perú) y la IFC del Banco Mundial (5%). El consorcio gasta miles de dólares en publicitar el proyecto como ejemplo de modernización del país y oportunidad de mejoras económicas para todos. Lamentablemente su trayectoria hace que los pobladores de Cajamarca y algunos técnicos como Reinhard Seifert (Ingeniero, Asesor del Frente de Defensa Ambiental de Cajamarca) y Peter Koenig (Ex funcionario del Banco Mundial) no solo resten credibilidad a esos ofrecimientos, sino que adviertan que una vez extraído el oro, la zona se convertirá en un inmenso lodazal, en una tierra gris donde las lagunas se secarán o como mucho se convertirán en pantanos de relave, mercurio y cianuro, provocando en pocos años daños ecológicos irreparables. “No queremos más Oroyas o Cerro de Pasco” -dice Seifert refiriéndose a otras minas peruanas donde este tipo de actividad minera ha dejado cierto movimiento económico, pero indudable destrucción de la flora y fauna, así como daños a la salud de los obreros.

Yanacocha es actualmente la mayor mina de oro en el ámbito mundial. Es también la que produce el oro más barato del planeta. Seifert y Koenig señalan que no es precisamente por la alta tecnología, sino por los bajos estándares medioambientales o incluso el incumplimiento de los mismos, además del bajo salario de los mineros. En un documental realizado por el periodista Lowell Bergman (The New York Times), un alto ex ejecutivo de Newmont-Yanacocha, Larry Kurlander, reconoce que en el período que él estuvo en Perú, la empresa incumplía los estándares de calidad peruanos y norteamericanos. Incumplía incluso sus propias normas de seguridad y medioambientales respecto al agua, aire y caminos. El mismo ejecutivo, aparentemente arrepentido, señala que debería existir una especie de “Licencia Social” otorgada por las comunidades donde operan las empresas mineras. «Debería ser más importante que las que otorgan los gobiernos, y renovable cada día» afirma. El actual Presidente Ejecutivo de Cía. de Minas Buenaventura, Roque Benavides, responde literalmente en el mismo documental: “Yo Odio el término Licencia Social... nosotros usamos Responsabilidad Social. Yo espero una licencia de las autoridades regionales, pero no de toda la comunidad”.

Yanacocha en la década de los noventa empleo métodos dudosos y cercanos a la ilegalidad para arreglar litigios. Larry Kurlander reconoce que se entrevistó y apeló al espía y traficante de influencias Vladimiro Montesinos (actualmente encarcelado) para arreglar un juicio con sus socios franceses. El mismo Kurlander, negociador de Yanacocha, reconoce que esa acción fue “terrible”.

El presidente Humala recientemente ha reafirmado que la prioridad en el proyecto Conga será el agua para el consumo humano. Pero ya existen problemas de abastecimiento y contaminación en el agua de Cajamarca sin haberse iniciado el proyecto Conga. Según nos cuenta Reinhard Seifert: “Hay barrios que tienen poca agua potable, otros solo por horas y a veces no reciben agua por varios días seguidos, sobre todo en la época de la sequia... en promedio no pasamos los 50 litros/día/persona” También refiere que ya en el 2002 la Dirección Regional de Pesquería de Cajamarca analizó metales en un pez de nombre carpa común y detectó mercurio en concentraciones de 1.170 ppm, no permisible para el consumo humano, y que este resultado es la consecuencia de una contaminación de un río por la actividad minera. Según Según Seifert en 2005 La Universidad de Georgia (EE.UU.) realizó muestras de sedimentos y concluyó que en ríos cercanos los criterios de calidad fueron excedidos en diferentes metales, incluyendo mercurio, arsénico, cobre y plomo.

El proyecto Conga se ha convertido en un caso complicado y difícil para los peruanos, pero al mismo tiempo en una oportunidad histórica para el cambio. La manera en que se resuelva el conflicto puede sentar un precedente para la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y los stakeholders involucrados; para la jurisprudencia nacional e internacional. Puede significar también el inicio de una nueva forma de gestión de los recursos naturales. Puede implicar que el Perú deje atrás el modelo económico que prioriza la extracción de recursos naturales no renovables y apueste por otras actividades económicas más sostenibles como el turismo y la industria. Puede impulsar a líderes políticos y empresariales a invertir en actividades económicas con un real efecto multiplicador en la mayoría de la población y abandonen paulatinamente actividades extractivas y dañinas para el ecosistema, que básicamente benefician a determinados grupos económicos, como sucede con la minería en el Perú.